Volvemos a empaquetar todo en los coches y ponemos rumbo al segundo destino. El estilo lata de sardinas ya es un clásico en los viajes de patín, la sexta plaza de nuestro monovolúmen se convierte en algo claustrofóvico...pero, por suerte se ve luz al final del túnel y en breves quedamos liberados del agovio.
Hacemos una primera parada en un spot que ya habían visto mientras recorrían el camino a la inversa nuestros hermanos valencianos, algo para calentar que se convierte en otra sesión de locura que empieza con una observación y termina en la playa refrescando el cuerpo y la mente.
Mientras otros escogemos un restaurante cercano para la alimentación otros no pueden reprimir las ansias de patín sobre una tabla nueva.
La cosa se caldea bajo la mirada atenta de unos en modo playa y de otros en modo cacharra...
...y sigue calentándose hasta que no queda más engorile y la sombra es necesaria.
La lata de sardinas vuelve a ponerse en marcha, pero ahora con el añadido de ese olor a humano imposible de eliminar si no es a base de agua y jabón, hasta que llegamos a nuestro lugar de descanso. Clásico youth hostel de literas...no podía faltar.
1 comentario:
TRALLA A.Marco
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